miércoles, 9 de enero de 2008

Año Nuevo.... pero la misma Alice de siempre

Después de un tiempo de descanso y animada por Valdhir y Nonis vuelvo a sentarme en delante de esta página en blanco, con bastante falta de práctica pero con la misma inspiración que siempre me ha acompañado. La raza humana, el ser más extraño sobre la capa de la tierra que por mucho que me esfuerzo no logro a comprender. Rencorosos y huidizos por naturaleza me recuerdan a un Gollum de dos personalidades debatiéndose constantemente por no mostrar la faceta “inapropiada” aún a riesgo de que este comportamiento desemboque en un malestar anímico; en una incapacidad total de decir lo que quieren decir y admitir sus propios sentimientos..

Pero si desmenuzamos los comportamientos en trozos más pequeños, como un puzzle de cinco mil piezas, cogiendo una a una y mirándolas detenidamente, todo se reduce al miedo y a la desconfianza. Somos los primeros que nos reconocemos implícitamente como seres despiadados, que se hacen daño unos a otros de manera gratuita amparándonos en las excusas más burdas que podamos encontrar para engañarnos a nosotros mismos. Nadie está libre de este comportamiento, ni es tan maduro o seguro de si mismo como para no encontrar una situación en nuestras vidas dónde habiendo querido decir mucho, calló convenciéndose a si mismo que no merecía la pena. Evidentemente, que esto sea un comportamiento mas habitual para unos que para otros, depende de varios matices: nuestras inseguridades, la necesidad de aceptación y lazos sentimentales que creamos con las personas que nos rodean. Por que es en el momento en que nos damos cuenta que esas personas tienen la misma importancia para nosotros que una piedra en el camino, cuando somos conscientes, que sólo es alguien más que tal como vino se marchara, es cuando no tememos a nuestras palabras, cuando somos realmente libres en nuestros argumentos.

Y es en este punto, dónde estoy ahora, dónde he asumido que mi mundo se reduce a un pequeño grupo de personas que son las únicas que me importan de tal manera que serían capaces en un momento dado de hacerme daño. Este punto de tranquilidad, o de conocimiento del entorno que me rodea es quizá el causante de ciertos sentimientos de envidia que he detectado. Como comprenderéis, no me preocupa, prefiero dedicarme a otras cosas que tienen mucha más importancia personalmente en estos momentos. No quiero crear conflictos cuando se que justamente los produce la falta de seguridad de mi adversario en su propia persona, no obstante, si me siento obligada, no dudaré en poner las cartas sobre la mesa sin ningún tipo de remordimiento. Se que, en ese momento, habrá un ser más en este planeta que no hablará cosas muy buenas de mí. Me da igual. En este mundo de profesionales del autoengaño, de infelices con sonrisas de payaso y eruditos de la wikipedia prefiero tener tres gatos ronroneándole a la luna llena conmigo que una jauría de lobos observándome detenidamente el cuello esperando la hora de tirarse a mi yugular.



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