lunes, 31 de marzo de 2008

Lunes funesto

Llego tarde a casa, café, y Estatic Fear. No ha sido un lunes demasiado bueno y necesito calmar la rabia que siento. Bulma esta a mi lado observándome como si supiese que algo no me va bien y es que aunque he intentado mantener la integridad todo lo que he podido, ahora, en la soledad de mi casa es cuando siento que la impotencia de lo sucedido hoy intenta salir a mi exterior.

No me esperaba nada de lo que ha pasado, aunque no puedo decir que me extrañe. Convivo con ello muchos días al mes, es algo más que habitual en mi trabajo, pero ahora han tocado algo que me importa y mucho.

Y es que mi alma cándida caída de la horda digamos que ha pasado a mejor vida laboralmente hablando. En el sorteo de esta semana, tenía el número ganador, aunque ella no quería jugar. Evidentemente, con toda la sinceridad del mundo, he intentado que viese que nada de lo que le pudiesen decir para argumentar su despido tenía validez en una empresa que despide una media de dos trabajadores a la semana. Que a partir de aquí, todas las expectativas que se abren ante sus ojos son una clara mejora o muy a las malas, solo un nuevo trabajo igual. A peor, saliendo de donde salimos no se puede ir.

Pero no puedo evitar tener un sentimiento egoísta al respecto y es que mañana será un día muy duro sin mi amiga allí. Siempre pensé que me tocaría antes a mí por el carácter fuerte y mi cinismo a la hora de expresar mis desacuerdos. Pero la vida es así de injusta.

Se que todo el mundo esperará de mi mañana, al conocerse la noticia, que libere mi genio y me mantenga en una actitud intratable con respecto a mis jefes. Incluso, será él quien más lo espere. Aún estoy decidiendo que actitud tomar; si darle motivos para ser yo la próxima, o directamente convertirme en un témpano de hielo que no van ha poder doblegar.

Me entretengo con el gato, acariciar su pelo suave, mientras ronronea me calma. Y es que no se como explicaros que sentimientos me produce este despido, y plantearme que una de las pocas cosas que me animaba a levantarme por las mañanas para ir a trabajar me lo hayan arrebatado tan fácilmente. Saber que por muy malo que fuese el día, tenía allí alguien apoyándome, que me retenía cuando empezaba a perder la compostura y hacia que mirase las cosas con otra perspectiva eligiendo mejor como manejar el día a día.

He conocido mucha gente, unos se mantienen más que otros, pero tú estarás ahí.

Mira el futuro con optimismo, Val y yo estaremos para lo que necesites.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Marujeitor Vs El Cerdo asesino

Haber nacido en el seno de una familia, digamos, no pobre pero tampoco precisamente desahogada, ha hecho que mi conocimiento sobre según que manjares sea más bien escaso… y claro, todo en esta vida tiene sus consecuencias.

En mi infancia, un jamón de los buenos, sólo se veía en navidades y con suerte, que más bien era una navidad si, cuatro o cinco no…. Y evidentemente, era EL PATRIARCA el que tenía el cuchillo y proveía a toda la tribu.

Ahora que he crecido veo menos jamón bueno que en mi infancia. Hasta que Terminator (si, lo he bautizado) apareció en nuestras vidas.

Apareció en mi casa, el lunes de pascua envuelto en una bolsita blanca de la mano de mi cuñado. Al principio no sabíamos que era ni que hacía allí, pero luego, al sacarlo de la bolsa y olerlo nos dimos cuenta de que sucedía. Había venido para quedarse!!!! Estaba dispuesto a darse al mundo y como muestra del mundo había decidido elegirnos a nosotros.

Estábamos realmente contentos!!

Al día siguiente cuando por fin me liberaron de los trabajos forzosos y mal remunerados que ejerzo (no sin quejarme) de nueve a seis, fui a comprar pan, tomates, patatas chips y coca-cola decidida yo ha cenar un buen “pá amb tomaquet i pernil” que para algo soy catalana y se tiene que notar. No sin la bendición de mi buen esposo al comprobar que a su pan no le pondría el consabido tomate del cual por cierto no es muy entusiasta.

Total que a la hora de la cena entro en la cocina armada en la mano derecha de la tabla y en la izquierda del cuchillo jamonero tal cual el Litri entraría en la plaza dispuesto a lidiar en pro de la fiesta nacional. Solo me faltaba el traje de luces para ir acorde con la ocasión.

Miro fijamente a Terminator, lo cojo entre mis manos y le doy vueltas tratando de averiguar dónde lleva la etiqueta. A ver ¿cuál es el derecho y cuál es el revés? Como leches pongo esto yo (que por cierto pesa un hue….) para empezarlo a cortar?!!

Le pregunto al técnico…. Tiene menos idea que yo.

En fin, lo pongo como salga y que Dios reparta suerte… Después de media hora dándole vueltas al tornillo consigo que Terminator se esté quieto en su sitio. Es hora de entrar a matar.

Afilo el cuchillo… y con una suavidad extrema propia de un paquidermo intentando hacer una sutura le pego el primer corte a la piel de nuestro amigo. Inclino la cabeza para ver la limpieza del corte…. Me recuerda a un looping del Dragón Khan. En la segunda, intento equilibrarlo poniendo en riesgo mi extremidad izquierda. No es que la use mucho, pero me gusta tenerla por que de vez en cuando me cuelgo el bolso y eso..

Desde la sala denominada por mi familia como “LA NASA” por el gran numero de artefactos con luces parpadeantes, oigo una voz que me dice “Ten cuidado no te cortes ahora un brazo” Justo lo que necesitaba para ganar confianza en mi misma en mi batalla personal con el primo segundo de spider cerdo.

Para daros más detalles y que veáis mi lucha titánica con el gorrino os diré que a parte de curado es ahumado, por lo que tiene en su piel una fina capa de vete tu a saber que de color naranja mundial de fútbol del ochenta y dos que resbala más que una anguila.

Varios minutos después de empezar a cortar, y salvando por dos veces mi brazo, empiezo a ver y oler… la grasilla… (cara de Homer Simpson cuando piensa en algo de comida con babilla colgando incluida)

Quince minutos más tarde… me duele el brazo de hacer fuerza, sudo y tengo más hambre que el perro del afilaó (y es afilaó y no afilador por que es una frase andaluza como todos sabréis y allí esta prohibido bajo pena de muerte acabar las palabras en –dor), pero solo veo grasilla.

Medito… le doy el primer asalto ganado a Terminator, se ha defendido como un jabato, pero ganar una batalla no es ganar la guerra. Le hago un gesto desafiante y voy a fumarme un cigarro.

Vuelvo con el técnico. No me importa reconocerlo, necesito refuerzos.

Mira, analiza, y como todo buen técnico lo arregla todo con una frase: “lo has puesto al revés” y se va. No me pasa la factura de 60 euros por que es mi marido que sino…

Me siento como en la película esa del día de la marmota en la que el protagonista revive siempre el mismo día una y otra vez. Claro que esto es una versión más españolada y cutre que bien podría llamarse “jamón cabrón”

Destornillo, desencajo, le doy la vuelta, lo encajo de nuevo y vuelvo a atornillar. Esta a punto de empezar House. Sin contar los diez minutos del cigarro llevo 50 intentando amputar a Terminator en finas lonchas.

Respiro hondo y vuelvo ha salir a la plaza con el traje de luces –luces por los manchurrones del escudo naranja intergaláctico que lleva el cerdo. Alta tecnología extra terrestre por que no hay quién le ataque-

Clavo el cuchillo y…. no hay quien lo mueva. Eso está más duro que una piedra.

Dos cero, segundo round para el cerdo también y ¿sabéis que? Pues que me he vuelto Hippie. Haz el amor y no la guerra, así que, pasé del cerdo para irme al pescado que para algo las latas de atún mucho más modernas llevan abre fácil. Y es que los clásicos no siempre son lo que parece y hay que darle un toque de modernidad a la vida.

Dejaremos que el cerdo se confíe en su entorno y cuando baje la guardia… ja, ja, ja será todo mío.

lunes, 3 de marzo de 2008

La Milla Verde

Sacando una analogía de una de mis películas favoritas (si, que conste en acta, no soy muy cinéfila que se diga), existe una línea entre mi mesa hasta la puerta del trabajo para no volver. Desconozco si tiene o no una milla, quizá para los que miramos con ojos críticos lo que allí sucede tenga bastante más distancia. Tanta que parece no acabar nunca.

Puede ser, que yo, de manera consciente, haya recorrido ya mucho camino hacia el exterior, la libertad, la esperanza… Y sino, al menos, he dado un golpe simbólico dejando claro dónde acaban los animales y empiezan las personas. Me he resistido de forma fehaciente, deliberada, con nombres y apellidos y por escrito al yugo del miedo. He alzado la voz y he dicho basta; basta de compañeros lobos con piel de cordero y basta de convertirse en un habitante de Guantánamo de nueve a seis.

Seguramente, mañana a mediodía me guillotinarán para ejemplo de mis compañeros; no sea que se envalentonen y tomen ejemplo. Aunque realmente, me extrañaría un alzamiento. Así que, satisfecha de mi misma, y con la sonrisa en los labios que produce saber que has causado una reacción de pánico, que temen el descontrol y de hecho, me temen a mí, recorreré el camino que me separa de la cola del INEM, con un gran despido improcedente bajo el brazo. Y sino es así, realmente, sólo será cuestión de días, de encontrarme un sustituto; un alma cándida que agache las orejas y transpire empresa por sus poros.

Hay veces que creo estar en una secta, dónde, periódicamente se sacrifica un esclavo para que los grandes dioses estén contentos. Con terapias de grupo para programar nuestros cerebros y anular cualquier atisbo de raciocinio, dónde sólo puedes ser convertido o aniquilado.

Espero ansiosa el día de mañana, y aunque me encantaría que al menos, uno, sólo uno de los entes que conviven conmigo en horario laboral abriese los ojos, es algo que no espero. Me encantaría que mi muerte tuviese un sentido. Me sentiría feliz hasta la falta de palabras para expresar mis sentimientos, si la acumulación de hechos denigrantes causase el despertar de alguna ameba. Si se dejasen los corrillos de comadres asustadas por el terrateniente y me encontrase un ejército valeroso sabiendo que morirá por defender una causa justa.

De todas formas, me siento feliz. He roto las cadenas que me ataban y aunque lo pagaré con la vida, recorreré la milla verde, cantando fiesta pagana.