miércoles, 26 de marzo de 2008

Marujeitor Vs El Cerdo asesino

Haber nacido en el seno de una familia, digamos, no pobre pero tampoco precisamente desahogada, ha hecho que mi conocimiento sobre según que manjares sea más bien escaso… y claro, todo en esta vida tiene sus consecuencias.

En mi infancia, un jamón de los buenos, sólo se veía en navidades y con suerte, que más bien era una navidad si, cuatro o cinco no…. Y evidentemente, era EL PATRIARCA el que tenía el cuchillo y proveía a toda la tribu.

Ahora que he crecido veo menos jamón bueno que en mi infancia. Hasta que Terminator (si, lo he bautizado) apareció en nuestras vidas.

Apareció en mi casa, el lunes de pascua envuelto en una bolsita blanca de la mano de mi cuñado. Al principio no sabíamos que era ni que hacía allí, pero luego, al sacarlo de la bolsa y olerlo nos dimos cuenta de que sucedía. Había venido para quedarse!!!! Estaba dispuesto a darse al mundo y como muestra del mundo había decidido elegirnos a nosotros.

Estábamos realmente contentos!!

Al día siguiente cuando por fin me liberaron de los trabajos forzosos y mal remunerados que ejerzo (no sin quejarme) de nueve a seis, fui a comprar pan, tomates, patatas chips y coca-cola decidida yo ha cenar un buen “pá amb tomaquet i pernil” que para algo soy catalana y se tiene que notar. No sin la bendición de mi buen esposo al comprobar que a su pan no le pondría el consabido tomate del cual por cierto no es muy entusiasta.

Total que a la hora de la cena entro en la cocina armada en la mano derecha de la tabla y en la izquierda del cuchillo jamonero tal cual el Litri entraría en la plaza dispuesto a lidiar en pro de la fiesta nacional. Solo me faltaba el traje de luces para ir acorde con la ocasión.

Miro fijamente a Terminator, lo cojo entre mis manos y le doy vueltas tratando de averiguar dónde lleva la etiqueta. A ver ¿cuál es el derecho y cuál es el revés? Como leches pongo esto yo (que por cierto pesa un hue….) para empezarlo a cortar?!!

Le pregunto al técnico…. Tiene menos idea que yo.

En fin, lo pongo como salga y que Dios reparta suerte… Después de media hora dándole vueltas al tornillo consigo que Terminator se esté quieto en su sitio. Es hora de entrar a matar.

Afilo el cuchillo… y con una suavidad extrema propia de un paquidermo intentando hacer una sutura le pego el primer corte a la piel de nuestro amigo. Inclino la cabeza para ver la limpieza del corte…. Me recuerda a un looping del Dragón Khan. En la segunda, intento equilibrarlo poniendo en riesgo mi extremidad izquierda. No es que la use mucho, pero me gusta tenerla por que de vez en cuando me cuelgo el bolso y eso..

Desde la sala denominada por mi familia como “LA NASA” por el gran numero de artefactos con luces parpadeantes, oigo una voz que me dice “Ten cuidado no te cortes ahora un brazo” Justo lo que necesitaba para ganar confianza en mi misma en mi batalla personal con el primo segundo de spider cerdo.

Para daros más detalles y que veáis mi lucha titánica con el gorrino os diré que a parte de curado es ahumado, por lo que tiene en su piel una fina capa de vete tu a saber que de color naranja mundial de fútbol del ochenta y dos que resbala más que una anguila.

Varios minutos después de empezar a cortar, y salvando por dos veces mi brazo, empiezo a ver y oler… la grasilla… (cara de Homer Simpson cuando piensa en algo de comida con babilla colgando incluida)

Quince minutos más tarde… me duele el brazo de hacer fuerza, sudo y tengo más hambre que el perro del afilaó (y es afilaó y no afilador por que es una frase andaluza como todos sabréis y allí esta prohibido bajo pena de muerte acabar las palabras en –dor), pero solo veo grasilla.

Medito… le doy el primer asalto ganado a Terminator, se ha defendido como un jabato, pero ganar una batalla no es ganar la guerra. Le hago un gesto desafiante y voy a fumarme un cigarro.

Vuelvo con el técnico. No me importa reconocerlo, necesito refuerzos.

Mira, analiza, y como todo buen técnico lo arregla todo con una frase: “lo has puesto al revés” y se va. No me pasa la factura de 60 euros por que es mi marido que sino…

Me siento como en la película esa del día de la marmota en la que el protagonista revive siempre el mismo día una y otra vez. Claro que esto es una versión más españolada y cutre que bien podría llamarse “jamón cabrón”

Destornillo, desencajo, le doy la vuelta, lo encajo de nuevo y vuelvo a atornillar. Esta a punto de empezar House. Sin contar los diez minutos del cigarro llevo 50 intentando amputar a Terminator en finas lonchas.

Respiro hondo y vuelvo ha salir a la plaza con el traje de luces –luces por los manchurrones del escudo naranja intergaláctico que lleva el cerdo. Alta tecnología extra terrestre por que no hay quién le ataque-

Clavo el cuchillo y…. no hay quien lo mueva. Eso está más duro que una piedra.

Dos cero, segundo round para el cerdo también y ¿sabéis que? Pues que me he vuelto Hippie. Haz el amor y no la guerra, así que, pasé del cerdo para irme al pescado que para algo las latas de atún mucho más modernas llevan abre fácil. Y es que los clásicos no siempre son lo que parece y hay que darle un toque de modernidad a la vida.

Dejaremos que el cerdo se confíe en su entorno y cuando baje la guardia… ja, ja, ja será todo mío.

No hay comentarios: